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sábado, 1 de mayo de 2010

El Parquecito

Carta abierta al alcalde de Madrid:

Estimado señor alcalde,

Proteger los valores distinguidos del la Villa de Madrid es un imperativo que brota del fondo de nuestro alma. En nombre de tal noble deber cívico solicitamos que se nombre Bien de Interés Cultural al maravilloso parquecito en la calle Doce de Octubre al medio camino entre las calles Fernán González y Antonio Arias, en el distrito del Retiro.

Faltando actualmente una denominación oficial o popular seguiremos refiriendo al objeto de nuestro solicitud como “el Parquecito”.

Se trata de un espacio que reúne múltiples valores de carácter natural y cultural. Rodeado por todas direcciones de edificios en el mejor estilo social realista setentero; los ojos que miran al cielo se sacian en el color marrón requemado medio brillante, medio ceroso de las baldosas que revisten las paredes.

La ubicación singular del Parquecito como zona clave en la trashumancia urbana regional le otorga al espacio una fauna riquísima de todo tipo de especimenes marginales, amenazados por la extinción en otros partes de la ciudad. Aquí se sienten muy a gusto… al no ser por la policía que patrulla a veces. Además, los desechos del botellón generan abundante empleo al personal municipal de la limpieza; un aspecto glorioso a tener en cuenta con las tasas elevadas de paro en tiempos de crisis.

Los columpios que ocupan el centro del Parquecito juntan nuestros retoños; aunque faltando vallas los niños no se sienten inhibidos y se pueden dispersarse libremente en todas direcciones. Dondequiera que vayan, se encontraran algún apartado del matorral guarro, que además de permitirles desaparecer de la mirada curiosa de sus padres (nosotros) les ofrece el parterre, un filón inagotable de exploraciones naturalisticas y excavaciones arqueológicas. Los abundantes tubos para el riego por goteo crean un microclima de turbera y de este sustrato intrigante puede salir todo desde lombrices y babosas hasta clavos oxidados y suelas de zapatos en descomposición; por no mencionar la iniciación a la microbiología, que no se ve pero oler, se huele!

Un multitud de rincones secretos invitan a la aventura, por ejemplo la caída libre de 5 metros allá donde la ventilación del parking: cubierto por una reja, permite a los peques una visión excitante al abismo.

En resumen deseamos que nuestros bisnietos puedan seguir disfrutando con el Parquecito, por lo que rogamos al señor alcalde que lo proteja declarándolo Bien de Interés Cultural lo antes posible.

Un saludo cordial: los papás







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