Después de tanto "contemplar el pasado lejano" en el blog (Upstream Sight) quizás les extrañará a mis lectores este post dedicado a un museo de arte abstracto. Por lo tanto empezaré con una pequeña explicación del “sustrato” en que creo que nos movemos.
El arte abstracto es una “escuela concreta” cuyos “héroes clásicos” en mi opinión son tres: Paul Klee, Wassily Kandinsky y Antoni Tàpies. No es casualidad que justamente estas tres personas, por cierto vinculadas entre sí, además de sus obras pictóricas también nos han dejado extensos ensayos con sus reflexiones sobre el porqué y el como de sus quehaceres. Leyendo y mirando su legado me parece una amalgama de investigaciones científicas con herramientas heterodoxas y ejercicios espirituales sin ritual preestablecido.
Además de la naturaleza las fuentes de inspiración de Klee incluyeron el arte del mundo islámico y de los pueblos “primitivos”, y de Tápies el románico catalán y el arte del extremo oriente. Con que de cierto modo se puede considerar el arte abstracto de esta escuela como “continuación” directa de la mirada antigua, circunvalando toda la línea más o menos “realista” del gótico-renacimiento-barroco-etc.
Tras esta introducción pasemos ahora a la protagonista del post: el Museo de Arte Abstracto en Cuenca.
No es solamente una muestra espléndida de la actividad en cuestión de un serie de artistas que la Península Ibérica ha tenido en el siglo XX incluyendo y además del ya nombrado meistro catalán. Lo que hace este lugar único es la materialización en el museo mismo de la idea que he intentado formular arriba torpemente, es decir el vínculo del arte abstracto moderno con la naturaleza y con la artesanía antigua. Dicho de otro modo: el visitante es testigo de la integración perfecta entre la triada: pinturas/esculturas abstractas expuestas - edificio que les alberga – naturaleza y paisaje que rodea la casa.
Las fotos que ilustran al post muestran ejemplos de lo que estoy hablando. Tenemos la sala donde el cuadro y las estatuas son respuestas al movimiento de las vigas que tienen encima. El siguiente es la sala que tiene cuatro ventanas “escalonadas” por la forma de la propia casa, y que dejan ver el paisaje drástica como si fueran cuadros en la pared, parte de la exposición.